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Foto del escritorDANIEL ENRIQUE BLANCO RAMIREZ

La importancia del Imperio Bizantino en la Edad Media

Actualizado: 21 jul 2018



El Imperio bizantino es la parte oriental del Imperio romano que sobrevivió a la caída del Imperio de Occidente en el siglo V, su capital fue Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía) y su duración se prolongó hasta la toma de ésta por los otomanos en 1453.


Mapa de la división de Roma

Fue el Estado heredero del Imperio romano que pervivió durante toda la Edad Media y el comienzo del Renacimiento. También se conoce al Imperio bizantino como Imperio romano de Oriente, especialmente para hacer referencia a sus primeros siglos de existencia, durante la Antigüedad tardía, época en que el Imperio romano de Occidente continuaba todavía existiendo.


Durante su milenio de existencia, el Imperio fue un bastión del cristianismo, e impidió el avance del Islam hacia Europa Occidental.


Fue uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por toda el área mediterránea. Influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de Europa y de Oriente Medio, y gracias a él se

conservaron y transmitieron muchas de las obras literarias y científicas del mundo clásico y de otras culturas.


Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio romano de Oriente en el 330, después de que Constantino I el Grande, el primer emperador cristiano, la fundara en el lugar de la antigua ciudad de Bizancio, dándole su propio nombre.


De forma gradual la desarrolló hasta convertirla en una verdadera capital de las provincias romanas orientales, es decir, aquellas áreas del Imperio localizadas en el sureste de Europa, suroeste de Asia y en el noreste de África (la península de los Balcanes, Turquía occidental, Siria, Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más oriental de Libia).


Puede decirse que el declive de Constantinopla, la capital del Imperio romano de Oriente, comenzó en 1190 durante los preparativos de la Tercera Cruzada en los reinos de Occidente.


Los bizantinos, creyendo que no había posibilidades de vencer a Saladino (sultán de Egipto y Siria y principal enemigo de los cruzados instalados en Tierra Santa), decidieron mantenerse neutrales.


Con esta reticencia bizantina como excusa, y con la codicia por los tesoros de Constantinopla como motor, los cruzados tomaron por asalto la ciudad en 1204, ya en la Cuarta Cruzada, dando origen al efímero Imperio latino que duró hasta 1261.


A comienzos del siglo XV el Imperio bizantino era ya una sombra de lo que había sido. El Imperio turco otomano ocupaba toda Asia Menor y amplios territorios europeos.


Finalmente Constantinopla fue conquistada y pasó a ser la capital del Imperio otomano y Mehmed II se declaró emperador romano.

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